Hoy, los dorados rayos de sol me despertaron, aunque esa luminosidad no duró mucho. Un cúmulo de esponjosas y oscuras nubes surgieron prácticamente de la nada.
Mi cálida piel no soporta los azotes helados de esas minúsculas bolsas cristalinas cuando impactan sobre ella al interponerse en su camino hasta impactar en el suelo. Sin embargo, todo mi ser desea que ese mar negro que surca el cielo descargue todo lo que lleva. Desea imponerse en el camino de esos filamentos plateados. Desea helarse mientras pequeñas gotas surcan mi rostro en una carrera por ver cual llega primero a su destino original. Desea calarse hasta los huesos.
Todo, para después calentarse en brazos de esa persona especial que mira a través de la ventana como eres feliz sintiendo ese gélido tacto en tu piel. El único problema es tener a esa persona. Poder encontrarle.
me a gustado la entrada para mi tiene un toque especial ese toque que solo se ve cuando sueñas algo así como surrealista pero a la ves que puedes tocarlo
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