jueves, 25 de noviembre de 2010

All depends on money.

Hoy, tras ver ante mis ojos un episodio de desesperación, me pregunté por qué todo en esta vida depende del dinero.

Nuestra sociedad se basa en demostrar a los demás el poder adquisitivo que tenemos, adquiriendo televisores y ordenadores de última generación, comprando el último modelo de coche, teniendo la casa más grande, o comprando las zapatillas más caras. Pero, todo esto pasa factura, y nunca mejor dicho. Esta maldita sociedad consumista no sabe apreciar otras cosas, no voy a mentir diciendo que no me guste compra cosas de marca como serían unas Converse, pero tampoco soy de esas personas que van fardando de lo que tienen.

Además, somos, mejor sicho son (ya que no me considero como ellos) unos hipócritas. No solo les basta con presumir, sino que se creen que al hacer galas benéficas para aquellas personas que no tienen tanto como ellos es un acto de bondad. Por favor, es una de las cosas más hipócritas que he visto, sino fijaros como en todas esas galas se suele servir champán y caviar, en aquellas que son de alto nivel. Todo eso vale seguramente más que lo que donan. De modo que en vez de fardar tanto, deberían ayudar de verdad.

Sí, hoy estoy algo cabreada con la sociedad.

lunes, 22 de noviembre de 2010

That person.

Hoy, los ojos más hermosos que he visto en mi vida me miraban fijamente desde el sofá. Esas bolas cristalinas de tonos marrones, ocres y azules transmitían calma. Curiosidad. Cariño. Soñolencia. Apego. Preocupación. Y lo más importante, tristeza y alegría simultáneamente. Esos ojos, eran los de mi perro. Su mirada me hizo pensar.
 



Durante gran parte de nuestra adolescencia intentamos buscar a esa persona que nos haga sentir bien en los malos momentos. Que esté siempre a nuestro lado y no nos abandone. Que nos haga pasar buenos momentos. Que podamos dar agradables paseos a su lado. Pero no la encontramos. Y en el caso de que así fuera, seguro que pasará algo que lo estropeará todo.


  Entonces, ¿qué mejor compañía que la de un perro? Ellos acuden cuando te ven llorar para animarte con sus lametones. Siempre te siguen como si no quisieran que te perdieras (incluso dentro de tu propia casa) o que te pasara algo. Te alegra el día cuando llegas a casa y le ves acercarse a ti meneando la cola con la pelotita en la boca listo para jugar. Y, por supuesto, que esté siempre preparado para dar largos paseos sin
separarse de tu lado.



Es por todo esto por lo que se me ocurrió plantearme el por qué de esa búsqueda del ser amado. Tal vez seamos tan cínicos que no nos valga con que un perro nos aprecie. Necesitamos más. Mucho más

domingo, 21 de noviembre de 2010

Rain drops.

Hoy, los dorados rayos de sol me despertaron, aunque esa luminosidad no duró mucho. Un cúmulo de esponjosas y oscuras nubes surgieron prácticamente de la nada.


Mi cálida piel no soporta los azotes helados de esas minúsculas bolsas cristalinas cuando impactan sobre ella al interponerse en su camino hasta impactar en el suelo. Sin embargo, todo mi ser desea que ese mar negro que surca el cielo descargue todo lo que lleva. Desea imponerse en el camino de esos filamentos plateados. Desea helarse mientras pequeñas gotas surcan mi rostro en una carrera por ver cual llega primero a su destino original. Desea calarse hasta los huesos.


Todo, para después calentarse en brazos de esa persona especial que mira a través de la ventana como eres feliz sintiendo ese gélido tacto en tu piel. El único problema es tener a esa persona. Poder encontrarle.